domingo, 28 de septiembre de 2008

La lluvia detiene el tiempo





























La lluvia detiene el tiempo
y, sólo, transcurre el cántico gris
de las gotas percutiendo insistentes.
El cielo es un edén inhóspito,
cegado por la espesa bruma
que circunda la pereza del día
hay una apariencia huérfana
que nos habita y viste,
que nos enmudece y soporta,
que fenece sin dejar estela
como una frágil vocecilla
mordida en el umbral celeste.
La plata fría se desliza;
jovial torrentera
entre las hojas del castaño
hasta relucir en la blanda tierra.
El deseo está huido y herido
como esta sed que no se apaga
en la seca y adusta garganta.







Retrato de Frascuelo con niña.
Baldomero Romero Ressendi
Sevilla, 1922-Madrid, 1977

7 comentarios:

Corina dijo...

La lluvia detiene el tiempo y deja latiendo una espera que sacie la sed de la tierra.
Expresiones sugerentes de imágenes infinitas.
La sonoridad de "torrontera" evoca perfectamente la caída insistente de la plata.
También un poema, como el agua, tiene capacidad para detener el tiempo hasta su último verso.
Un saludo.

Corina dijo...

Perdón, "torrentera", que ya me he ido yo de flamenca ;D.

el aguaó dijo...

Increíbles emociones las provacadas por la lluvía. Lo mejor de todo, es que cada persona siente mil y una sensaciones cuando el agua cae del cielo.

Magnífico blog. Prometo volver.

Saludos.

Pedro Luis Ibáñez Lérida. Sevilla. dijo...

Gracias Amiga Corina por trasladarme tus reflexiones. eso significa que tomas tu espacio y tiempo, el que necesitas para expresar y comunicar. Y en esa apuesta por La Palabra, se entrecruzan nuestros caminos.

Un placer qui me visites

Besos de vida.

Pedro Luis Ibáñez Lérida.

Pedro Luis Ibáñez Lérida. Sevilla. dijo...

... gracias aguaó por dejar tu rastro en este Cuaderno poético que también es tuyo. Ponte cómodo y quédate cuánto quieras. Es una alegría tenerte por aquí.

Abrazos de vida.

Pedro Luis Ibáñez Lérida.

Las manos de Penélope dijo...

Bello poema. Tanto como la lluvia.

Anónimo dijo...

Ya le dije a Saray que la lluvia era la única forma que tienen las nubes de acarciarnos. Y que despiertan en el poeta algo más que el sol, a quien también -y tan bien- escribes, de igual forma.

Pedro Luis, te busqué en la cita de Alamedeando y sé que no pudiste asistir por fuerzas mayores. Aplazamos el encuentro a otro momento; ya casual, ya provocado.

Un fuerte abrazo, hermano poeta.